MISIÓN Y VISIÓN DE LOS DISCIULOS DE JESÚS
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE: LA VIDA DE NUESTROS PUEBLOS HOY.
Los discípulos misioneros: En este documento hablan más que todo sobre las problemáticas de las Iglesias de América Latina y El Caribe, sobre su evangelización y discipulado. Dando gracias por, por los numerosos y grandes dones y dificultades que les ha regalado, por medio de la celebración de la Eucaristía, siendo esta el alimento substancial de los discípulos y misioneros de Cristo.
Mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad: El fenómeno de la globalización afecta de una manera muy grande a la evangelización, el deber es apegarse mucho a Jesucristo para que por medio del Espíritu Santo los ilumine por los caminos rectos que deberán tomar. Se necesita hacerse discípulos dóciles para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida para poder tomar fuerzas y seguir su camino de humildad frente a las dificultades y glorias.
El Papa ve la globalización como un fenómeno de relaciones de nivel planetario, considerándolo un logro de la familia humana y enfatiza que: como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios[3]. En cuanto a la dimensión socio-política el documento expresa satisfacción y desagrado, gracias a que por medio de la vida social que es la convivencia armónica y pacífica se puede ir creando relaciones, pero, en algunos países se va deteriorando gravemente y se ve reflejada en crímenes.
La presencia de los pueblos indígenas y afroamericanos en la Iglesia es muy grande porque la Iglesia los defiende en cuanto la lucha por sus derechos, estos se los van violando por ser de escasos recursos; estos pueblos hoy en día están amenazados en su existencia física, cultural y espiritual, por ello buscan refugio en la Iglesia, que los acepta y respeta sin importar su descendencia. La Iglesia alienta la participación de los pobres a la vida eclesial, por ser personas humildes.
SEGUNDA PARTE: LA VIDA DE JESUCRISTO EN LOS DISCIPULOS MISIONEROS
La alegría de ser discípulos misioneros para anunciar el evangelio de Jesucristo: Las personas que desean seguirlo deberían de sentirse muy felices, porque Él es el verdadero camino, el primer evangelizador y es quién los va a guiar por los senderos correctos.
Deben bendecir, alabar y glorificar a Dios muy alegremente por la dignidad que les regala, por la vida, por la familia, por el trabajo, la sociedad, por todos los beneficios y dones que les da; que día a día son de mayor utilidad para la convivencia de cada uno de sus hijos. También de una manera muy especial por este continente que es lleno de esperanza y amor de Dios.
La vocación de los discípulos misioneros a la santidad: Mediante Israel, el pueblo de Jesús, Dios revela su proyecto de vida, el les enseño al pueblo suyo sobre la Sagrada Escritura y lo convirtió en un pueblo evangelizador; por ello sus descendientes están llamados a lo mismo. La respuesta que cada uno puede dar a Dios exige de una forma u otra entrar en la dinámica del Buen Samaritano, que invita a ser prójimos, especialmente con el que sufre y generar una sociedad sin exclusiones. Jesús al llamar a los suyos a que lo sigan, les da un encargo muy preciso, el de anunciar el evangelio a todas las naciones. Benedicto XVI recuerda: El discípulo, evangelizador se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus hermanos. Discipulado y Misión son como dos caras de una misma medalla. El Discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, esperanza, amor, no hay futuro[4].
La comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia: Los discípulos de Jesús están llamados a vivir en comunión con la santísima Trinidad, igualmente con las personas deberá estar en comunión, tratando de buscar glorificación para el Padre y santificación del hombre. Reflejando de una manera muy adecuado el amor de que Dios regala día a día a su comunidad.
Los lugares eclesiales que la Iglesia debe frecuentar para la comunión son: la diócesis, la parroquia (comunidad de comunidades), comunidades de bases pequeñas, las conferencias episcopales y la comunión entre las Iglesias. La condición del discípulo brota de Jesucristo como de su fuente, por la fe y el bautismo, y crece en la Iglesia, comunidad donde todos sus miembros adquieren igual dignidad y participan de diversos ministerios y carismas, pero todos ellos merecen dignidad y respeto.
Los Obispos, como pastores y guías espirituales de las comunidades encomendadas, están llamados a “hacer la Iglesia una casa y escuela de comunión”[5]. Ellos deben de procurar unas actitudes constantes con el señor, cultivando espiritualidad en los feligreses. Los presbíteros, los párrocos, los diáconos permanentes, los fieles laicos, los consagrados deben de tener actitudes y cualidades que los identifiquen y que día a día se van fomentando y adquiriendo de una manera educada y con gran certeza de que estas sean propias, sean naturales y no fingidas.
La mayoría de las personas que se alejan de la Iglesia no se van por razones doctrinales, sino por razones vivenciales, ellos esperan buscar respuestas a sus inquietudes; que no han podido encontrar en la Iglesia porque son dogmas de fe que están fundamentadas de diversas maneras. El diálogo ecuménico para que el mundo crea debe ser fundamental en todos los ámbitos de la Iglesia, hoy se hace necesario rehabilitar la autentica apologética que hacían los padres de la Iglesia como explicación de la fe, para que la gente construya su fe en roca y no en arena que cualquier persona pueda venir y derribar muy fácilmente su fe.
El diálogo interreligioso tiene un especial significado en la construcción de la nueva humanidad: abre caminos inéditos de testimonio cristiano y crea una sana convivencia con las demás religiones
El itinerario formativo de los discípulos misioneros: Hay un estrecho vínculo entre las tres dimensiones de la vocación cristiana: creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo; estas deben de estar en armonía, en una constante fusión para que las vidas de los vocacionados marche bien. El sacramento de la confesión es el lugar donde el pecador experimenta el encuentro con Cristo. La piedad popular como un espacio de encuentro con Jesucristo, debe de ser una práctica que a cada persona le nazca presenciar y vivir propiamente estas piedades personalmente.
La Virgen María tuvo una misión única en la historia de la salvación, concibiendo, educando y acompañando a su hijo hasta la crucifixión definitiva; deben de permanecer en la escuela de María para aceptar virtudes y cualidades que serán fructíferas para su vida comunitaria. Al igual que María, los apóstoles y los santos han marcado la espiritualidad y estilo de vida de nuestras Iglesias.
La formación de los miembros de las comunidades que tengan vocación de ser discípulos y misioneros de Cristo deben ser de acuerdo a un proceso integral en el cual los vocacionados deben seguir este proceso comprende varias dimensiones, todas armonizadas entre sí en unidad vital, dicho proceso consta de: Es encuentro con Jesucristo, La conversión, El discipulado, La comunión, La misión.
Las propuestas para una iniciación cristiana han sido diversas, una de ellas que es considerada la más importante es la catequesis básica y fundamental que lleve a sus integrantes a una vida comunitaria. Esta catequesis con el transcurrir del tiempo deberá de convertirse en permanente. Los lugares o espacios de formación para los discípulos misioneros (en orden prioritario) son: la familia, las parroquias, las pequeñas comunidades eclesiales, los movimientos eclesiales, los seminarios y casas de formación, los centros educativos católicos, las universidades y centros superiores de educación católica. La educación católica en estos lugares deberá de ser de alguna manera muy importantes para el desarrollo de cada vocacionado y laico.
TERCERA PARTE: LA VIDA DE JESUCRISTO PARA NUESTROS PUEBLOS
La misión de los discípulos al servicio de la vida plena: Los discípulos cuando estén en misión deben de apegarse mucho a la santísima Trinidad para que los guie tanto con pensamientos, palabras y obras. Estos discípulos deben de enseñar una etapa de Kerygma, la cual es la iniciación a una vida cristiana firme; lo más importante que plantea el texto es que “No tengan miedo de Cristo, Él no quita nada y lo da todo”[6]. Jesús invita a diario a que vivan al servicio de la comunidad, que se preocupen por el bien de los demás, por eso nos deja un mensaje tan importante: “no amontonen tesoros en esta tierra” (Mt. 6, 19). Un mensaje de esperanza que Dios deja en los corazones del mundo es: Esperar un nuevo Pentecostés que libere de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve la alegría y la esperanza.
Como los discípulos de Jesús, están llamados a llevar el mensaje salvífico que Dios les ha confiado, que llegue a todos los confines de la tierra y que sean portadores de paz, amor, dulzura y demás valores que Cristo les enseño; para que dicho mensaje sea bien acogido.
Reino de Dios y promoción de la dignidad humana: El mandato de la caridad de Jesucristo abraza todas las dimensiones de la existencia, las personas, los ambientes y pueblos. Así llevando el mensaje de la Buena Nueva de Jesucristo; siendo esta una misión de la Iglesia para comunicarlo. La fidelidad al Evangelio exige proclamar en todos los areópagos públicos y privados del mundo de hoy, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia, la verdad sobre el ser humano y la dignidad sobre toda persona humana. La Iglesia desde sus principios ha tenido una gran preferencia por los pobres y excluidos, van catequizando a las comunidades para que no excluyan a estas personas.
La Iglesia en América Latina y en el Caribe siente que tienen una gran responsabilidad en formar a los cristianos y en sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la justicia internacional. Por lo tanto los pastores de la Iglesia deben de estar atentos a estas situaciones para estar informados.
La Iglesia deberá de estar pendiente y de velar por las personas de escasos recursos como lo son: las que viven en la calle, los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes, los detenidos en las cárceles; a todos estos y a los demás que no se mencionan se deberán de ayudar en las diferentes responsabilidades que la Iglesia pueda, siendo cada vez más humilde.
Familia, personas y vida: La familia es un tesoro muy importante en los pueblos latinoamericanos y caribeños, porque es el centro de la formación de la Cristiandad de las personas, es la encargada de dar cualidades y actitudes bien formadas en cada uno de sus integrantes; prioritariamente a los niños, por la tanta vulnerabilidad a la que están expuestos, como se ha visto últimamente en las noticias los desastres y abusos que han tenido con ellos. Los adolecentes deben de tener un grupo especial en la Iglesia, porque están en plena búsqueda de su propia identidad, de la independencia frente a sus padres, de descubrimiento de su propio grupo.
El rol que cada uno de los integrantes de las familias deben de ser de acuerdo a su posición frente a ellas, como lo son el padre, la madre, los hijos; y cada uno debe de adoptar actitudes frente a estas posiciones; los padres deberán de inculcar sus culturas a sus hijos y los hijos dejarse guiar de acuerdo a las costumbres de sus padres.
Los discípulos de Jesús se deberán sentir exhortados a dar gracias a Dios por el don de la creación, reflejo de sabiduría y belleza del creador. Especialmente por el medio ambiente que es el que funciona como mediador de Dios para proporcionar los alimentos, la comunión, etc.
Nuestros pueblos y la cultura: Es necesario presentar la persona humana como el centro de toda la vida social y cultural, resultando en ella: la dignidad de ser imagen y semejanza de Dios y la vocación de ser hijos en el Hijo, llamados a compartir su vida por toda la eternidad.
La educación es tomada en la sociedad como un bien público, porque educa y estimula para que los niños y adolecentes vean con una mayor conciencia a Dios. La revolución tecnológica y los procesos de globalización conforman el mundo actual como una gran cultura mediática. Esto implica una capacidad para reconocer a los nuevos lenguajes, que pueden ayudar a una mayor humanización global. Estos nuevos lenguajes configuran un elemento articulador de los cambios en la sociedad[7].
Los discípulos y misioneros de Cristo deben de Evangelizar en todas las partes y ámbitos sociales, en toda la vida pública, que toda la humanidad conozca el verdadero Cristo y que ayuden de diversas maneras a que las personas crean en Él. La pastoral no debe ser únicamente como lo han venido haciendo, solo en la parte urbana, sino ir introduciéndose en la parte rural, para que así cumplan con la misión de evangelizar en todas partes.
El discípulo misionero de Cristo tiene la misión de estar al servicio de la humanidad y velar por la fraternidad de los continentes como América Latina y El Caribe permanezcan unidos y en paz.
Como se había mencionado anteriormente la Iglesia estará pendiente de las personas de escasos recursos y también integrara con un gran gusto a los Indígenas y Afroamericanos, buscando en ellos un bien común y que estén en los diversos grupos que la Iglesia tenga en función.
Como de último será bueno reafirmar que la misión de un discípulo verdadero de Jesucristo es: Evangelizar, no excluir a personas por diversas razones, ayudar y dar todo lo que pueda con el fin de que una comunidad sea cada vez más feliz y fructífera con sus aportes.
Hernán Darío Castaño Agudelo
[1] Historia de la iglesia Católica.
[2] Doc. Apare. 14
[3] DI 1.
[4] DI 2.
[5] Doc. Apare. 188
[6] Doc. Apare. 352
[7] Doc. Apare. 484.
1 comentario:
Su trabajo esta bien realizado, Nuestra misión es anuncia a Cristo.
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